Juan José Yáñez Secretario General de APROINCO: «Un ladrillo cuesta igual en todas partes, pero el suelo no, y en Santiago hay poco»

Juan José Yáñez Secretario General de APROINCO: «Un ladrillo cuesta igual en todas partes, pero el suelo no, y en Santiago hay poco»

El confinamiento disparó el interés por pisos con terraza o casas con jardín.

El mercado de la vivienda atra­viesa un buen momento en la provincia de A Coruña, aunque el secretario general de la Aso­ciación Provincial de Promoto­res Inmobiliarios de A Coruña (Aproinco), Juan José Yáñez (A Coruña, 1960), advierte de que las promociones actualmente a la venta se están acabando en Santiago y que la ciudad nece­sita contar con más suelo edifi­cable sin el lastre que les supo­ne tener que reservar un 40 % de los pisos para una, asegura, «ine­xistente» demanda de pisos pro­tegidos de promoción privada.

—¿La crisis del coronavirus se está dejando notar en el mercado inmobiliario?

—Hay que distinguir entre vi­vienda nueva y usada. La nueva, que es la que nosotros fabrica­mos, por ahora no estamos de­tectando mayor incidencia. Es cierto que en lo que es la cons­trucción sí tuvimos un momen­to un poco preocupante porque no sabíamos si íbamos a seguir recibiendo los suministros, pero afortunadamente no tuvimos la más mínima incidencia porque enseguida se levantó el confina­miento y al crearse el permiso re­tribuible recuperable y como te­níamos acopio de materiales en las obras, en definitiva no se de­jó notar. Ahora hay más comple­jidad, lógicamente, por tener que cumplir con los requisitos para evitar la propagación del virus, con las mascarillas, geles y eso, pero por lo demás, afortunada­mente, no hubo retrasos que po­drían haber provocado o bien re­soluciones de contrato o indem­nizaciones.

—¿Tampoco ha afectado a las ventas?

—Tampoco hemos notado es­pecial problema, porque noso­tros vendemos con mucha ante­lación, sobre plano, de edificios que vamos a entregar dentro de dos años. Así que como ya tenía­mos prevendido, para poder ob­tener financiación de los bancos, el 50 o el 60 %, pues no estamos teniendo problemas. Es más, hay algunas empresas de Aproinco que me han comentado que han vendido más estos meses de ju­lio y agosto que en los mismos meses del año pasado. Creo que esto es muy significativo. —Quizás sea porque el confi­namiento puso de manifiesto lo importante que es tener una buena vivienda, ¿no?

—Por eso la demanda de vivienda nueva no se ve afectada, por­que tiene unos requisitos nor­mativos de eficiencia energéti­ca y aislamiento acústico muy grandes y normalmente también tiene mayores medidas porque tiene que cumplir una normati­va de accesibilidad y ya no diga­mos si tiene algún tipo de terra­za o jardincito.

—¿Hay más demanda de pisos con terraza o casas con jardín? —Es una tendencia que aún no sabemos si ha llegado para que­darse, pero ahora mismo se ha detectado una mayor demanda de este tipo de viviendas porque parece que la gente quiere garan­tizarse un confort cara a posibles nuevos confinamientos, algo que ojalá no suceda.

—En Santiago ocurre que la vi­vienda nueva que se está constru­yendo en Cornes, O Castiñeiriño o Conxo es casi siempre más barata o al menos está al mismo precio que la de segunda mano de la zona del Ensanche.

—Si comparamos una vivienda usada en pleno centro de Santia­go, en calles emblemáticas como General Pardiñas o Doctor Tei­jeiro, con una nueva a las afueras de Oroso o en el límite entre Teo y Brión, pues evidentemente no es comparable. Habría que ver si se pudiese hacer, que no se pue­de, una vivienda nueva en una de esas calles, qué precio tenía.

—Pero Cornes o el Castiñeiri­ño no son las afueras y tienen precios similares a las usadas del Ensanche.

—Sí, y hay que tener en cuenta que, además, esa vivienda usa­da necesita una rehabilitación importante y costosa y que, pe­se a ello, aún así nunca va a con­seguir tener la calidad y como­didad de la nueva. Por eso digo que el mercado no se está resin­tiendo por el coronavirus, pero el de la vivienda nueva, el otro es más difícil de valorar porque todo depende de qué necesidad y ganas tenga de vender el vendedor, ya que puede ponerle el precio que quiera. En la nueva no, porque no es posible bajar del precio de coste, que es el verdadero problema.

—¿Por qué es tan cara la vivienda es cara en Santiago?

—El meollo de la cuestión es el precio del suelo. Un ladrillo, el hormigón o los salarios cues­tan igual en todas partes, pero el suelo no y en Santiago hay po­co. Además, como en A Coruña y Ferrol, hemos sufrido la inac­ción de los gobiernos de las lla­madas Mareas. Y no es una crí­tica ideológica, es una crítica a su inacción. Por contra, tenemos a Oleiros, que es de Alternati­va dos Veciños y probablemen­te esté próximo ideológicamen­te a esas Mareas, pero tiene una gestión urbanística excelente y una seguridad jurídica absoluta para las empresas. De lo que se trata es de que los parámetros estén claros y de que la gestión sea buena.

«La vivienda protegida de promoción pública en el fondo es un tremendo lastre»

Otra de las cuestiones que trata­ron en su primer encuentro con Bugallo es el asunto «muy deli­cado» —apunta— «de los por­centajes de reserva de vivienda protegida, aunque no es política­mente correcto decirlo, pero es que en el fondo son un tremendo lastre». Una opinión que funda­menta en el hecho de que este ti­po de viviendas «a día de hoy ya no tiene ningún tipo de ayuda, ya no existe la ayuda estatal direc­ta, ni la subsidiación del présta­mo, por no existir ya no existen ni los propios préstamos cuali­ficados o convenidos». Por ello, al gobierno local le han solicita­do que, mientras no vuelva a ha­ber ayudas a las empresas para la compra del suelo, a la cons­tructora para urbanizarlo y do­tarlo de servicios y también pa­ra el comprador final «a lo me­jor lo que hay que hacer es re­ducir los porcentajes de reserva al mínimo y que se destinen al alquiler», explica Yáñez, y po­ne como ejemplo de este mode­lo a Oleiros. En Santiago, actual­mente ese porcentaje de reserva es del 40 % del total

—¿Cree que hay que construir menos vivienda protegida? —El análisis de Santiago es de­moledor. El número total de ins­critos en el registro son unos 730. De ahí hay que descontar 500 que son demandantes de viviendas de protección públicas, no pri­vadas. Pero los 230 que quedan tampoco son los reales, porque hay que descontar a diez solici­tantes de régimen especial en al­quiler o alquiler con opción de compra, a 94 solicitantes de régi­men general en alquiler o alqui­ler con opción de compra y 25 demandantes de VPO en alqui­ler. En definitiva, personas que quieren comprar directamente una vivienda protegida de pro­moción pública en Santiago son 101 y el nuevo plan general reser­va para la ciudad 14.870.

—¿No existe mercado? —Llevamos muchos años dicien­do que la vivienda protegida tie­ne que ser en alquiler. Porque la mayoría de los demandantes son de vivienda social, que pro­mueven instituciones públicas, que son mucho más baratas por­que no se tiene que cubrir el cos­te real de construcción. Porque, además, la nueva ley prohíbe a los bancos prestar dinero a quien no supere un estudio de solven­cia y, el 99,9 % de los inscritos en el registro de demandantes de vivienda no pueden obtener un préstamo hipotecario. Así que los demandantes son de vivien­da pública, no hay ayudas y no hay créditos, por lo que no hace falta reservar un 40 % del suelo.

“Hemos transmitido a Bugallo la posibilidad de desarrollo que hay en el entorno del CHUS”

El secretario general de Aproin­co es muy crítico, por su «fal­ta de gestión e inacción», con el gobierno de Compostela Aber­ta (CA) porque asegura que la consecuencia fue que «en San­tiago ha pasado que en cuatro años no se desarrolló ni un so­lo suelo nuevo». Un problema que ya han transmitido al nue­vo alcalde, Xosé Sánchez Buga­llo (PSdeG-PSOE), y a la con­cejala de Urbanismo, Mercedes Rosón, «a los que les hemos ex­plicado que ahora hay que vol­ver a gestionar suelo porque ese es el verdadero cuello de bote­lla. Casi lo único que diferencia una obra en el centro de A Coru­ña o de Santiago con otra en Me­lide o Arzúa es el precio del sue­lo, porque el coste de construc­ción es casi idéntico en un sitio u otro, por lo que pedimos a todas las administraciones es que faci­liten la puesta en el mercado de suelo porque cuanto más abun­dante sea el suelo, más barato se­rá, siempre y por supuesto cum­pliendo con todas las normativas. Pero, como siempre se dice, so­lo se especula con lo que es escaso explica Juan José Yáñez. En esa primera reunión con el nuevo alcalde compostelano «al que ya conocíamos de su eta­pa anterior» —añade— «le he­mos transmitido la posibilidad de desarrollo que existe en todo el entorno del Complejo Hospi­talario Universitario de Santiago (CHUS), que podría desconges­tionar el primer Ensanche. ¿Pe­ro cuántos lleva eso?, porque la media en España de transforma­ción de suelo está entre ocho y diez años, y eso es un verdadero problema», afirma.

 

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